Sobre la ciudad

Tilos

Una comunidad isleña acoge a personas migrantes

Puntos clave

  • 1

    Tilos demuestra que incluso un lugar muy pequeño (con 800 residentes) puede crear espacio para las personas refugiadas, siempre y cuando la inmigración no se perciba como un peligro, sino como una oportunidad.

  • 2

    La rápida inclusión de los y las migrantes en la economía local aportó beneficios tanto para las personas recién llegadas como para la comunidad local, que necesitaba mano de obra durante la temporada de verano.

¿Qué tiene Tilos de particular?

Propiciar una verdadera participación: esta isla de 800 habitantes dio la bienvenida a las personas migrantes y las integró rápidamente en la vida social. En estrecha colaboración con la población de la isla, las autoridades locales persiguieron el objetivo de incluir a las personas refugiadas en la comunidad. No se trataba de meras estructuras de alojamiento temporal, sino de una participación real en la vida pública, desde el mercado de trabajo hasta los acontecimientos sociales.

Desde el principio decimos que esta no es la forma correcta de solucionar el problema de las personas refugiadas: encerrar a la gente en campamentos, aislarla, alimentarla, pero sin darle realmente nada. Queremos incluir completamente a las personas refugiadas en la vida social de la isla. No hay una forma más adecuada de lidiar con esta cuestión

Maria Kamma-Aliferi, alcaldesa de Tilos

¿Cuáles son los factores principales?

Un alcalde visionario y una comunidad especial: recibir a personas refugiadas en la isla en 2015 fue la continuación de la deriva progresista de los últimos 20 años. En 1995, el médico de temporada Tasos Aliferis se convirtió en alcalde y, durante su mandato, introdujo muchos de estos programas innovadores. Lo que hace del ejemplo de Tilos un caso especial no es ninguna iniciativa o proyecto particular, sino la atmósfera generalizada de pertenencia a la comunidad y participación que se ha creado en la isla.

¿Cuáles son los resultados más destacados?

Las personas refugiadas son copropietarias de negocios locales: Tilos recibió a más de 5000 personas refugiadas tan solo en 2015 y desde entonces ha abordado la inclusión con un enfoque acogedor y proactivo. A diferencia de otras comunidades de Grecia, en Tilos los negocios locales han ofrecido empleo a las personas refugiadas. En el caso de Irrina, una cooperativa quesera, las autoridades municipales fueron un paso más allá y dieron a las personas refugiadas la oportunidad de convertirse en copropietarias de un negocio local, lo cual propicia una participación más igualitaria en la vida económica de la isla.

Labor política más allá del plano local

Tilos es miembro de la Cities Network for Integration (Red de Ciudades por la Integración).

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El informe de la ciudad contiene más información sobre las políticas de migración e inclusión de la ciudad y una selección de los enfoques locales. Informe de 2021, actualizado en 2023.

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Contexto político - Grecia

¿Cuáles son los principales cambios de los últimos años?

Grecia ha atravesado crisis económicas y políticas periódicas desde 2010 y las personas migrantes se han convertido a menudo en chivos expiatorios tanto para los partidos políticos mayoritarios como para los medios de comunicación. En palabras del entonces ministro de Orden Público: «las personas migrantes ilegales son una amenaza para el sistema de bienestar social y solidaridad, la salud pública, el orden público y la seguridad, así como la seguridad nacional. Son una bomba de relojería en los cimientos de la sociedad griega». La extrema derecha también creció de forma exponencial durante esta época. Sin embargo, pocos años después, la llamada «crisis de las personas refugiadas» del verano de 2015 cambió la percepción dominante sobre la migración en el país. Ahora, las personas refugiadas se perciben menos como amenazas y más como seres humanos que huyen de países devastados por la guerra. Todos los medios de comunicación mayoritarios, incluida la prensa conservadora, se refieren a estos movimientos migratorios masivos como «crisis de las personas refugiadas». Aunque Grecia ha sido ruta o destino de la migración durante más de dos décadas, menos de 100 000 personas cruzaban anualmente el mar Egeo antes de 2015. Sin embargo, tan solo ese verano, casi un millón de personas emprendieron el viaje. La población local acogió, en términos generales, a las personas recién llegadas y se desarrolló un movimiento de solidaridad de gran alcance que se extendió desde las islas del Egeo hasta Atenas y más allá. Por último, la elección del partido de izquierda Syriza también influyó en el discurso dominante, puesto que el partido procedía de un entorno completamente diferente al de los anteriores partidos gobernantes e, históricamente, había apoyado los derechos de las personas migrantes. Esta diferencia se hizo evidente tanto en el discurso del Gobierno como en las formas de gestionar la migración cuando Syriza tomó iniciativas propias para apoyar a las personas refugiadas. En mayo de 2016, el entonces primer ministro Alexis Tsipras declaró lo siguiente: «En Grecia, nos enfrentamos simultáneamente a dos importantes crisis: la económica y la de las personas refugiadas. [...] Tenemos que reforzar nuestra respuesta a la crisis que subyace a todas las demás: la crisis humanitaria».

¿Cuál es la situación general de las personas refugiadas en Grecia?

Las personas refugiadas han tenido acceso al sistema sanitario público y a la vivienda a través de ciertos programas como, por ejemplo, el Emergency Support to Integration and Accommodation (ESTIA, Apoyo de Emergencia a la Integración y el Alojamiento). El primer campo abierto para personas refugiadas se instaló en Elaionas, muy cerca del centro de Atenas, lo que contrasta con los anteriores centros de detención cerrados. Sin embargo, después del verano de 2015 las políticas de Syriza se fueron endureciendo. El acuerdo entre la UE y Turquía de marzo de 2016 transformó las islas griegas en una zona de amortiguación y en una doble frontera entre Turquía y Grecia. Se establecieron los llamados hotspots (una nueva expresión neutra para referirse a los campos para personas refugiadas) en Lesbos, Samos, Quíos y otras islas del Egeo. Desde allí, las personas refugiadas y migrantes tenían que esperar durante meses o incluso años los documentos adecuados para llegar a tierra firme. El campo de personas refugiadas de Moria se convirtió gradualmente en un símbolo de unas condiciones cada vez más humillantes. La situación en la Grecia continental era, en su conjunto, algo mejor, pero no por mucho. Unos pocos miles de personas refugiadas tuvieron acceso a viviendas a través de ciertos programas de organizaciones internacionales u ONG. El resto no tenía hogar o vivía en campamentos superpoblados en las afueras de las grandes ciudades, en condiciones muy duras. El acceso a la asistencia social y sanitaria y a la educación también era complicado, sobre todo para las personas que vivían en campamentos remotos. No obstante, desde 2015 se ha ido desarrollando un movimiento dinámico de solidaridad. Por ejemplo, tanto en Atenas como en Tesalónica, edificios ocupados se usaron como viviendas para personas refugiadas.

¿Cuál fue el impacto de las elecciones de 2019?

Las elecciones de 2019 devolvieron al poder a Nueva Democracia (en griego: Nea Dimokratia), un partido conservador, y avivaron de nuevo las posturas xenófobas y racistas en la política y el discurso imperante. Las personas refugiadas y migrantes perdieron el acceso gratuito a la asistencia sanitaria pública, como la población nativa, mientras que las condiciones de los campamentos se deterioraron aún más. La pandemia por COVID-19 también se convirtió en pretexto para poner en práctica una política más restrictiva y autoritaria. En lugar de proporcionar atención médica adecuada y condiciones higiénicas básicas, el Gobierno llegó a aislar los campamentos abiertos para evitar la transmisión del virus. Las personas refugiadas también fueron víctimas de varios incidentes muy notorios. En Lesbos, parte de la población local atacó a empleados y empleadas de las ONG y prendió fuego a las estructuras de acogida de las personas refugiadas. En Kammena Vourla, se amotinaron contra la apertura de un albergue para 39 niños y niñas refugiados no acompañados. En varias ciudades y barrios se esforzaron por impedir que los niños y niñas refugiados asistieran a las clases de las escuelas públicas. Los medios de comunicación nacionales se valieron de estas reacciones para argumentar, literalmente, que Grecia no podía aceptar a más personas refugiadas.