Moving Cities
Sobre la ciudad

Lebadea

Una situación en la que ganan tanto las personas recién llegadas como la economía local

Puntos clave

  • 1

    Las estructuras de acogida de personas refugiadas han demostrado beneficiar tanto a este colectivo como a la sociedad en general en Lebadea.

  • 2

    La estrecha colaboración con la comunidad local fue clave para el éxito y ayudó a evitar reacciones negativas o racistas.

  • 3

    Las personas refugiadas no fueron alojadas en los llamados hotspots, sino en el centro de la ciudad, lo cual mejoró la inclusión y el diálogo con el resto de la población.

¿Qué tiene de particular la ciudad?

Inclusión de éxito gracias al alojamiento en el centro de la ciudad: Lebadea fue la primera ciudad griega de tamaño medio (después de Atenas y Tesalónica) en tomar la iniciativa de acoger a personas refugiadas. En cooperación con la ACNUR, Lebadea implementó el programa Emergency Support to Integration and Accommodation (Apoyo de Emergencia a la Integración y el Alojamiento, ESTIA por sus siglas en inglés) en noviembre de 2016. Desde entonces, más de 1500 personas refugiadas han sido alojadas en viviendas del centro de la ciudad.

¿Cuáles son los factores principales?

Un diálogo abierto entre la ciudad y la ciudadanía: el éxito del programa de vivienda para personas refugiadas de Lebadea se debe a algunos factores fundamentales. El primero es una estrategia de comunicación basada en el diálogo con los y las residentes de la ciudad, que contribuyó a una mayor aceptación de las decisiones políticas. Además, la ayuda financiera proveniente del programa ESTIA permitió alojar a las personas refugiadas en el centro de la ciudad y sirvió para estimular la economía local. Por otra parte, el programa de vivienda no era gestionado por un conjunto de ONG, como en Atenas y Tesalónica, sino por medio de la empresa municipal sin ánimo de lucro de Lebadea, KEDYL. Estas medidas disminuyeron el desempleo de la población de la ciudad, lo cual resultó beneficioso tanto para la sociedad local como para las personas recién llegadas.

¿Cuáles son los resultados más destacados?

Alojamiento y una amplia asistencia social: desde 2016, las viviendas de Lebadea han alojado a 1500 personas refugiadas. Además de alojamiento, el personal de KEDYL también ofrece apoyo social. Los niños y niñas refugiados se matriculan en las escuelas públicas a través del programa ESTIA, que también ofrece asistencia en cuestiones médicas. KEDYL también ayuda a las personas refugiadas con la cumplimentación de documentos oficiales. Esto último puede resultar todo un reto, pues la legislación cambia constantemente y cada institución pide información diferente.

Labor política más allá del plano local

Lebadea fue uno de los primeros municipios en ingresar a la Cities Network for Integration (Red de Ciudades por la Integración).

Miembro de las siguientes redes

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El informe de la ciudad contiene más información sobre las políticas de migración e inclusión de la ciudad y una selección de los enfoques locales. Informe de 2021, actualizado en 2023.

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Contexto político - Grecia

¿Cuáles son los principales cambios de los últimos años?

Grecia ha atravesado crisis económicas y políticas periódicas desde 2010 y las personas migrantes se han convertido a menudo en chivos expiatorios tanto para los partidos políticos mayoritarios como para los medios de comunicación. En palabras del entonces ministro de Orden Público: «las personas migrantes ilegales son una amenaza para el sistema de bienestar social y solidaridad, la salud pública, el orden público y la seguridad, así como la seguridad nacional. Son una bomba de relojería en los cimientos de la sociedad griega». La extrema derecha también creció de forma exponencial durante esta época. Sin embargo, pocos años después, la llamada «crisis de las personas refugiadas» del verano de 2015 cambió la percepción dominante sobre la migración en el país. Ahora, las personas refugiadas se perciben menos como amenazas y más como seres humanos que huyen de países devastados por la guerra. Todos los medios de comunicación mayoritarios, incluida la prensa conservadora, se refieren a estos movimientos migratorios masivos como «crisis de las personas refugiadas». Aunque Grecia ha sido ruta o destino de la migración durante más de dos décadas, menos de 100 000 personas cruzaban anualmente el mar Egeo antes de 2015. Sin embargo, tan solo ese verano, casi un millón de personas emprendieron el viaje. La población local acogió, en términos generales, a las personas recién llegadas y se desarrolló un movimiento de solidaridad de gran alcance que se extendió desde las islas del Egeo hasta Atenas y más allá. Por último, la elección del partido de izquierda Syriza también influyó en el discurso dominante, puesto que el partido procedía de un entorno completamente diferente al de los anteriores partidos gobernantes e, históricamente, había apoyado los derechos de las personas migrantes. Esta diferencia se hizo evidente tanto en el discurso del Gobierno como en las formas de gestionar la migración cuando Syriza tomó iniciativas propias para apoyar a las personas refugiadas. En mayo de 2016, el entonces primer ministro Alexis Tsipras declaró lo siguiente: «En Grecia, nos enfrentamos simultáneamente a dos importantes crisis: la económica y la de las personas refugiadas. [...] Tenemos que reforzar nuestra respuesta a la crisis que subyace a todas las demás: la crisis humanitaria».

¿Cuál es la situación general de las personas refugiadas en Grecia?

Las personas refugiadas han tenido acceso al sistema sanitario público y a la vivienda a través de ciertos programas como, por ejemplo, el Emergency Support to Integration and Accommodation (ESTIA, Apoyo de Emergencia a la Integración y el Alojamiento). El primer campo abierto para personas refugiadas se instaló en Elaionas, muy cerca del centro de Atenas, lo que contrasta con los anteriores centros de detención cerrados. Sin embargo, después del verano de 2015 las políticas de Syriza se fueron endureciendo. El acuerdo entre la UE y Turquía de marzo de 2016 transformó las islas griegas en una zona de amortiguación y en una doble frontera entre Turquía y Grecia. Se establecieron los llamados hotspots (una nueva expresión neutra para referirse a los campos para personas refugiadas) en Lesbos, Samos, Quíos y otras islas del Egeo. Desde allí, las personas refugiadas y migrantes tenían que esperar durante meses o incluso años los documentos adecuados para llegar a tierra firme. El campo de personas refugiadas de Moria se convirtió gradualmente en un símbolo de unas condiciones cada vez más humillantes. La situación en la Grecia continental era, en su conjunto, algo mejor, pero no por mucho. Unos pocos miles de personas refugiadas tuvieron acceso a viviendas a través de ciertos programas de organizaciones internacionales u ONG. El resto no tenía hogar o vivía en campamentos superpoblados en las afueras de las grandes ciudades, en condiciones muy duras. El acceso a la asistencia social y sanitaria y a la educación también era complicado, sobre todo para las personas que vivían en campamentos remotos. No obstante, desde 2015 se ha ido desarrollando un movimiento dinámico de solidaridad. Por ejemplo, tanto en Atenas como en Tesalónica, edificios ocupados se usaron como viviendas para personas refugiadas.

¿Cuál fue el impacto de las elecciones de 2019?

Las elecciones de 2019 devolvieron al poder a Nueva Democracia (en griego: Nea Dimokratia), un partido conservador, y avivaron de nuevo las posturas xenófobas y racistas en la política y el discurso imperante. Las personas refugiadas y migrantes perdieron el acceso gratuito a la asistencia sanitaria pública, como la población nativa, mientras que las condiciones de los campamentos se deterioraron aún más. La pandemia por COVID-19 también se convirtió en pretexto para poner en práctica una política más restrictiva y autoritaria. En lugar de proporcionar atención médica adecuada y condiciones higiénicas básicas, el Gobierno llegó a aislar los campamentos abiertos para evitar la transmisión del virus. Las personas refugiadas también fueron víctimas de varios incidentes muy notorios. En Lesbos, parte de la población local atacó a empleados y empleadas de las ONG y prendió fuego a las estructuras de acogida de las personas refugiadas. En Kammena Vourla, se amotinaron contra la apertura de un albergue para 39 niños y niñas refugiados no acompañados. En varias ciudades y barrios se esforzaron por impedir que los niños y niñas refugiados asistieran a las clases de las escuelas públicas. Los medios de comunicación nacionales se valieron de estas reacciones para argumentar, literalmente, que Grecia no podía aceptar a más personas refugiadas.